Bajo de la realidad que vemos y tocamos, hay una realidad subyacente invisible que ordena todo lo que vemos. Tanto en el universo como en el cuerpo humano existe esta realidad más sutil que organiza nuestra realidad y nuestro cuerpo.
Hace unos años estuve yendo de manera regular a sesiones de craneosacral biodinámica. La craneosacral biodinámica es una práctica del contacto, la escucha y la presencia. La persona se tumba en la camilla y la terapeuta pone sus manos con presencia. En mis sesiones el contacto sensible me transportaba a un lugar muy diferente comparado con el día a día: una sensación de paz, tranquilidad y una alta percepción de los movimientos sutiles de mi cuerpo. Siempre recuerdo la sensación de la primera sesión, cuando me sentía llevada a un dimensión donde el tiempo y el espacio eran infinitos.
Ahora ya no recibo estas sesiones pero la curiosidad por aprender sobre craneosacral biodinámica se ha despertado en mi. Así que me he comprado el libro de Franklyn Sills, uno de las personas más importantes en este campo. Estoy leyendo su libro y he llegado a una parte, donde necesito parar, digerir y expresar lo que he leído hasta ahora...
En el inicio del libro habla sobre conceptos de física teórica para contextualizar su trabajo. La teoría explica que el mundo existe con dos aspectos, el explícito y el implícito. El explícito es realidad físico que vemos, oímos, tocamos, sentimos y olemos. Es aquello que podemos observar en el universo. De manera subyacente a este universo tangible del tiempo, espacio y materia hay otra realidad escondida que llaman el implícito, una realidad subyacente. Este realidad subyacente conecta sutilmente experiencias, eventos aparentemente distintos y en esencia, une las cosas en su totalidad. Cuando el implícito se revela, se transforma al explícito. David Bohm, uno de los físicos teóricos más importantes del siglo XX por sus trabajos en mecánica cuántica, dice que estas transformaciones son despliegues de conciencia y compara esta fuerza implícita con una intención creativa que existe en todas las formas. Entonces el implícito es donde la conciencia determina lo que se revela y expresa. Así todas las formas y eventos son la expresión de la presencia del implícito, una fuerza creativa.
En el libro, el autor explica que se puede percibir el implícito, dependiendo de la sensibilidad de la persona. Pero cuando observamos desde la punto de la vista del explícito, el implícito en general no se percibe. Cuando hacemos esto, dice, perdemos el contacto con la totalidad de la vida de la que formamos parte.
Volviendo a mi experiencia con las sesiones de craneosacral biodinámica, es cuando paramos y escuchamos al cuerpo a través del contacto y la sensibilidad, que se pueden percibir unas fuerzas - yo diría, energéticas - que organizan al cuerpo. Dependiendo de la organización de estas fuerzas podemos experimentar la ansiedad o una paz y tranquilidad. Sin embargo, a través de la presencia y la escucha, estas fuerzas se organizan y revelan una experiencia distinta de la del día a día. Es así como se puede explicar el poder de las terapias y la meditación que utilizan la presencia y la escucha.