El psoas es el músculo profundo que conecta la columna con las piernas. Tenemos dos psoas, uno en cada lado de la columna. Se originan en la vértebra torácica 12 (Th12) y en cada una de las vértebras lumbares (L1-5), cruzan la pelvis por delante de las articulaciones de las caderas y se insertan en el trocanter menor del fémur (la parte interna de la pierna).
Cuando el rango de movimiento del psoas es normal, entonces el músculo es elástico, dinámico y sensible. Entonces, estimula las vísceras, da masaje a la columna y hace que la columna trabaje eficientemente. Por el contrario, cuando el psoas es corto, inflexible y constreñido influye negativamente la respiración, los órganos y el sistema nervioso. Lleva emociones no expresadas y los traumas vividos. Por eso, se refleja la vida interna de la persona y su reacción con su entorno. Un psoas corto también es resultado de los malos hábitos posturales, que crean rotaciones y desalineaciones de pelvis, columna, piernas y pies. Estas rotationes se pueden expresar en las curvas exageradas en lumbares, torácica y cervicales e incluso en tener una pierna más corta que la otra. Así afecta negativamente la postura y también el rango del movimiento. Crea entonces movimientos compensatorios y puede resultar en lesiones de lumbares, cuello y rodilla.
Sin embargo, un psoas corto, inflexible y constreñido se puede transformar en un psoas flexible, dinámico y sensible. Es un trabajo de aprender hacer menos esfuerzo, que nos libera y nos carga con más energía. El primer paso es suavizar el músculo. La mejor posicion es la Posición de Descanso Constructivo (tumbado en el suelo con rodillas dobladas y pies en el suelo). Después se pueden hacer unos estiramientos de forma suave, ligera y relajante pero de manera precisa y consciente de que trabaja. Este tipo de trabajo trata de quedarse en el momento presente, conectándose con nuestras sensaciones y pensamientos, así despertando una nueva consciencia corporal.